Edificio



Cuando uno se deja atrapar por las calles de Madrid, se pierde entre sus edificios, sus chispeantes barrios, sus parques, sus jardínes, comercios de ayer y hoy; cuando pasea por las aceras y el asfalto madrileño, inevitablemente al mirar a lo alto quedarán grabadas en sus retinas singulares construcciones, que destacan y emergen tan distintas a otras, con personalidad, armonía y fortaleza, que acaban siendo recordadas por todos.

Es el caso de la magnifica mole de hormigón de la glorieta de San Bernardo con sus impresionantes terrazas y jardines verticales.

El edificio fue proyectado en 1975 por el arquitecto Fernando Higueras para acoger viviendas militares. En el barrio de Universidad- Palacio, también conocido como el barrio de Maravillas.
La estructura del edificio de hormigón armado y estructura vertical dispuesta con de elementos que garantizan las funciones de sustentación fue concebido 
Higueras inspirado por Le Corbusier con la idea del recionalismo por construir viviendas con jardines de altura siguiendo la filosofía de una arquitectura orgánica que promueve el tándem perfecto entre el hábitat humano y el mundo natural.

A su alrededor se levanta el castizo barrio de malasaña también conocido como el Soho madrileño. Malasaña es hoy, todo un referente internacional de modernidad, actualidad, tendencias y constantes descubrimientos.

Rampa Garaje

Alberto Alarcón arquitecto y componente del colectivo de de acciones urbanas mmmm ha llegado a decir del edificio de Higueras en una entrevista para el diario El País:  "Es quizá uno de los mejores edificios de Madrid, junto a Torres Blancas, de Saénz de Oiza."
En la década de los setenta, Higueras proyectó estos pisos para militares como si fueran unas ruinas aztecas. Es casi un accidente rocoso. En una época en la que nadie hablaba de edificios ecológicos, la idea era que la vegetación lo cubriera todo y que el alero diera sombra.
Con jardines privados y terrazas interiores llenas de vegetación este singular edificio brinda por su ubicación cientos de comodidades, intensa luz por todos sus ventanales, las vistas desde sus terrazas sin olvida la comodidad que supone contar con una plaza de garaje en el centro de la urbe.
Este impresionante monstruo de hormigón sorprende y maravilla a todo el que alguna vez ha pasado por sus calles.
el edificio proyectado por Fernando Higueras en San Bernardo.

En 1973, F. Higueras y Antonio Miró recibieron el encargo de hacer unas viviendas para el Patronato de Casas Militares en Madrid.
El solar se encuentra en la esquina de Alberto Aguilera con San Bernardo, una zona del centro de la ciudad de indudable valor histórico donde era fundamental respetar la alineación y la volumetría del entorno.
Higueras y Miró hacen una apuesta ambiciosa, en la que se propone un edificio de imagen heterodoxa a base de hormigón visto y vegetación en fachada.
Se planteó un proyecto en el que arquitectura, urbanismo y ciudad formaban un conjunto.

Noticia en el diario ABC
Calle, plaza, aparcamientos subterráneos, locales comerciales, viviendas, estudios y apartamentos se integraban en una intervención compleja. Se mantienen las alineaciones exteriores de la manzana para no perturbar el carácter de la ciudad circundante. Se decide que el edificio debe aislarse en lo posible del ruido urbano y se da a los balcones un perfil que devuelve el ruido del tráfico a la calle. Se proponen unos jardines colgantes, en los que la vegetación formará cortinas entre los balcones sin impedir la entrada de luz.

La estructura del edificio se hace de hormigón armado, que se deja visto con su propio color y textura. Con esto se consigue una gran economía, ya que se evitan los trabajos de albañilería necesarios para cubrir la estructura, y el edificio muestra sin complejos su modo de construcción. En las plantas bajas se reduce el número de pilares para permitir una distribución más libre en locales comerciales y garajes. Estos últimos se diseñan amplios, con
luz y ventilación naturales a través de unos grandes ojos abiertos en los patios interiores.

La primera cualidad de este edificio, es sorprendente, casi milagrosa, consiste sencillamente en gustar, gustar a todos, gustar a jóvenes y viejos, arquitectos y profanos, modernos y anticuados, gustar, algo tan cercano a
los sentidos, al deseo, a lo sensual, a lo directo, algo tan denostado como cualidad, algo tan aparentemente superficial y tan elocuente a la vez.
Después de tantos años, la pregunta relevante que queda en el aire no es ahora si la arquitectura debe siquiera gustar, sino por qué gusta tanto este conjunto urbano, qué tiene que lo hace tan atractivo
a todos.

La continuidad de las calles facilitan una calle interior que divide en dos la manzana, los patios de los bloques son continuos y mucho más grandes y alegres que los de la ordenanza, las terrazas controlan el sol vertical y alto del verano y captan sus rayos cálidos y deseables en invierno, las jardineras dan privacidad entre viviendas y son un filtro de frescor, los locales comerciales son muy diáfanos con poca estructura, porque en su techo resuelven la transición de estructura de los pisos superiores que los libera y que resuelve a su vez el garaje alegre, con luz natural, como debe ser; las cubiertas son de teja árabe de toda la vida proporcionando una cámara de aislamiento para los áticos, todas las viviendas tienen entrada principal y de servicio, las plantas de las viviendas tienen todas las piezas exteriores, alegres, sin casi pasillos, ni cruces, perfectas, y ya que los árboles de las calles sólo los ven unos pocos, pongámoslos por todos lados, colgando por las fachadas.

Planos del Edificio


Muchas veces el propio arquitecto contaba cómo surgió el encargo del conjunto gracias al General Medrano, quien preguntó a su hijo (todavía estudiante de arquitectura), que indagará en la escuela de Madrid quién era el arquitecto más talentoso, ya que no quería algo corriente.

Hoy podemos imaginar la revolución que supuso este trozo de Madrid en los años 70, un encargo en el que casi todo se resuelve reinventándolo
desde sus fundamentos.

Introduce con convicción y contundencia el hormigón armado en un casco histórico, contradice el reparo a lo vegetal por parte del movimiento moderno con plantas colgantes por doquier, abre las ventanas, más bien las niega con enormes terrazas, introduce el sol por donde puede con astuta y expresiva
geometría, construye los locales más fabulosos de Madrid adelantados a su tiempo y sólo recientemente entendidos, eleva y separa las cotas de relación y circulación, combina la estricta obediencia a la calle de la trama histórica con una geometría leal y desertora a la vez, en este ejercicio que es todavía el más utópicamente logrado del centro de Madrid. Y todo ello, además, con la pers-pectiva de cuarenta años, años en los que otros experimentos madrileños se han ido degradando, arruinando, ajando, y en los que, sin embargo, San Bernardo emerge digno y vigente como nunca, intemporal y poderoso, apabullante y amable, brutal y hedonista cariñosamente conocida como "la casa de las acelgas" 

Fuente: 
Revista_COAM_Arquitectura_356.pdf
Imágenes: Servicio Histórico COAM
Archivo Personal de Fernando Higueras